miércoles, 28 de agosto de 2013

Ángela Figuera Aymerich, Pobre


No sé como ha ocurrido. Está todo tan malo,
Como suele decirse. Me he quedado muy pobre.
No tengo ni un jilguero ni una estatua.
No tengo ni una piedra para tirarla al mar.
No tengo ni una nube que me llueva por dentro.
Ni un cuchillo de plomo para cortar la rabia.

No tengo ni una mata de tomillo
Para tender el pañuelo.

(Verdad es que tampoco tengo pañuelo,
Se nota cuando lloro y mis lágrimas corren como ríos de lágrimas)

No tengo ni una tira de tafetán rosado
Para tapar las grietas del corazón. No tengo
Ni un pedazo de beso que llevarme a la boca.

Ni un poquito de sueño que llevarme a los ojos.
Ni un retazo de dios que me cubra las carnes.

Me he quedado tan pobre
Que no tengo siquiera donde caerme viva


http://emmagunst.blogspot.com/

lunes, 26 de agosto de 2013

pasaje de ida, sin vueltas...

Espero a los días
Y a las noches
Como si fueran gemelas
Ausente de la realidad
Verdadera
Dispersa
Evasiva
Transcurriendo
Nomás
Y además de eso
Sintiendo.

Te lo dije...

jueves, 8 de agosto de 2013

adriana bertorelli

Jamás confíes en un corazón
que reposa en un cubo de hielo.
Porque al sacarlo,
creerás que se mueve
y digo creerás porque sólo será
como las muecas 
de la primera víctima de las películas 
de terror
y que resultan ser 
uno de esos movimientos espasmódicos,
involuntarios,
posteriores a la muerte
en el momento justo
en que el alma
encuentra el túnel de luz 
y por allí se va.
Si ves a un corazón en una hielera,
huye:
Porque al primer descuido,
pretenderá despojarte
de esa vida 
que no tiene.

http://emmagunst.blogspot.com/

martes, 6 de agosto de 2013

Anais ...

ANAIS and HENRY

 Mi Querida Anaïs,
 ¿Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en las sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo incasable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes. Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha. Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós,
 Henry (Carta de Henry Miller a Anaís Nin)

lunes, 5 de agosto de 2013

de ella...





  • Noches podridas en alcohol,
    transcurridas con grandes ojos mentirosos.  
    se regalan sonrisas;  
    pidiendo besos en el alma 
    los jóvenes pasan, 
    palabras que van y vienen sin dejar nada, 
    con los amigos (que no son todos)
    con los que te odian y no dicen nada.  
    transcurridas noches podridas en el alma,
    mentirosas noches que me desarman;
    de caras idiotas que se creen salvas.

    Carmen Rodriguez, 1998.99

sábado, 3 de agosto de 2013

el hogar de afuera...

transformar o cambiar
una casa triste
en un hogar
es un trabajo abrumador
agota y debilita
y algunas veces
al mismo tiempo satisface
esconder los recuerdos
en un rincón
o detrás del florero
que sera mejor?
elaborar nuestro lugar exterior
como construimos
nuestro interior
vendría a ser casi,casi,
una utopía,
en el frío exterior
esta todo y todos
y adentro
solo
yo
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