E L b L U F FS U R R E A L I S T A
Que los surrealistas me hayan expulsado o queyo mismo me haya alejado de sus grotescos simulacros,hace mucho que no es ésa la cuestión.1Me retiré porque estaba harto de una mascaradaque había durado demasiado, por otra parte estabamuy seguro de que en la nueva posición que habían
1 Insistiré apenas sobre el hecho de que los surrealistas no hayan encontradonada mejor para tratar de destruirme que servirse de mis propiosescritos. Es necesario que se sepa que la nota que figura al pie de laspáginas 6 y 7 del artículo «Au grand jour» y que apunta a arruinar losfundamentos de mi actividades es apenas una reproducción pura y simple,la copia apenas disfrazada de fragmentos tomados de textos que yo
les destinaba y donde me ocupaba de poner a la luz su actividad, embutidade odios miserables y de veleidades sin futuro. Esos fragmentos
constituían la materia de un artículo que me rechazaron sucesivamente
dos o tres revistas, entre ellas la N.R.F, por demasiado comprometedor.Poco importa saber por los oficios de qué soplón llegó este artículo a susmanos. Lo esencial es que lo hayan encontrado tan molesto como parasentir la necesidad de neutralizar su efecto. En cuanto a las acusacionesque les destinaba y que me devuelven, dejo a la gente que me conocebien, no ya según su innoble manera, el trabajo de clasificarnos. En elfondo, todas las exasperaciones de nuestra pelea giran alrededor de lapalabra Revolución.
elegido, no menos que en cualquier otra, los surrealistasno harían nada.Y el tiempo y los hechos no tardaron en darmela razón.Uno se pregunta qué puede importarle al mundoque el surrealismo coincida con la Revolución oque la Revolución deba hacerse por fuera y por encimade la aventura surrealista, cuando se considerala poca influencia que los surrealistas han tenidosobre las costumbres y las ideas de esta época.Además, hay todavía una aventura surrealista yacaso no ha muerto el surrealismo el día en queBreton y sus adeptos creyeron que debían adherir alcomunismo y buscar en el terreno de los hechos yde la materia inmediata el resultado de una acciónque normalmente sólo podía desarrollarse dentro delos marcos íntimos de la mente.Creen poder permitirse echarme cuando hablode una metamorfosis de las condiciones interioresdel alma,2 como si yo entendiera el alma en el senti-
2 Como si un hombre que ha sentido de una vez por todas los límites desu acción, que rehúsa comprometerse más allá de lo que él cree que sonesos límites, fuera menos digno de interés, desde el punto de vista revolucionario,que el gritón imaginario que en el mundo asfixiante en el quevivimos, mundo cerrado y para siempre inmóvil, en atención a no sé quéestado insurreccional del cuidado de clasificar los actos y los gestos quetodos saben bien que no haré.Exactamente eso es lo que me ha hecho vomitar el surrealismo: laconsideración de la impotencia nativa, de la debilidad congénita de esosseñores, opuesta a su actitud perpetuamente ostentatoria, a sus amenazasen el vacío, a sus blasfemias en la nada.¿Y hoy, qué hacen ellos para desplegar una vez más su impotencia, suinvencible esterilidad? Es por haber rehusado a comprometerme más alláde mí mismo, por haber reclamado silencio alrededor mío y por ser fielen pensamiento y en acto a lo que sentía ser mi profunda, mi irremisibleimpotencia que esos señores han juzgado mi presencia inoportuna entreellos. Pero lo que les pareció por encima de todo condenable y blasfematoriofue que no quisiera comprometerme sino conmigo mismo acercade la determinación de mis límites, que exigiera ser dejado libre ydueño de mi propia acción.¿Pero qué me importa toda la Revolución del mundo si sé permanecereternamente doloroso y miserable en el interior de mi propio osario?Que cada hombre no quiera considerar nada más allá de susensibilidad profunda, de su yo íntimo, es para mí el punto de vista de larevolución integral. No hay mejor revolución que la que me beneficia amí y a la gente como yo. Las fuerzas revolucionarias de un movimientocualquiera son aquellas capaces de desarticular el fundamento actual delas cosas, de cambiar el ángulo de la realidad.Pero en una carta escrita a los comunistas, ellos confiesan su absolutafalta de preparación en el terreno en el que acaban de comprometerse.Más aún, que el tipo de actividad que se les pide es inconciliable consu propio espíritu. Y es aquí que ellos y yo, sea lo que sea, nos volvemosa reunir al menos en parte en una inhibición esencialmente similar aunque debida a causas graves en otro sentido, en otro sentido significativaspara mí que para ellos. Se reconocen finalmente incapaces de hacer loque yo siempre me rehusé a intentar. En cuanto a la acción surrealistamisma, estoy tranquilo. Casi no pueden sino pasar sus días condicionándola.
do infecto en que ellos mismos la entienden y comosi desde el punto de vista de lo absoluto pudieratener el menor interés ver cambiar la estructura socialdel mundo o ver pasar el poder de manos de laburguesía a las del proletariado.Si los surrealistas realmente buscaran eso, almenos tendrían una excusa. Su objetivo sería banal
Hacer el balance, hacer el balance en ellos como cualquier Stendhal,esos Amiel de la Revolución comunista. La idea de la Revolución siempreserá para ellos una idea, sin que esta idea, a fuerza de envejecer adquierauna sombra de eficacia.¿Pero acaso no ven que revelan la inanidad del movimiento surrealista,del surrealismo intacto de toda contaminación, cuando sienten lanecesidad de romper su desarrollo interno, su verdadero desarrollo paraapuntalarlo por una adhesión de principio o de hecho al Partido ComunistaFrancés? ¿Era esto aquel movimiento de revuelta, aquel incendio enla base de la realidad? ¿Acaso el surrealismo, para vivir, tenía necesidadde encarnarse en una revuelta de hecho, de confundirse con reivindicaciones concernientes a la jornada de ocho horas, o al reajuste de los salarios o la lucha contra la vida cara? ¡Qué chiste o qué bajeza de alma!Sin embargo es lo que parecen decir, ¡¡¡que esta adhesión al Partido ComunistaFrancés les parecía la continuación lógica del desarrollo de laidea surrealista y su única salvaguarda ideológica!!!Pero yo niego que el desarrollo lógico del surrealismo lo haya llevadohasta esta forma definida de revolución que se entiende bajo el nombrede Marxismo. Siempre pensé que un movimiento tan independiente como el surrealismo no se justificaba con los procedimientos de la lógica ordinaria. Además es una contradicción que no perturba a los surrealistas,dispuestos a no perder nada de todo lo que pueda ser una ventajapara ellos, de todo lo que momentáneamente pueda servirles. Háblenlescon su Lógica, responderán Ilógico, pero digan Ilógico, Desorden, Incoherencia,Libertad, responderán Necesidad, Ley, Obligación, Rigor.Esta mala fe esencial es la base de sus maniobras.
y restringido pero al menos existiría. ¿Pero tienenacaso algún objetivo hacia el que lanzar una acción ycuándo fueron capaces de formularlo?¿Acaso trabajamos con una meta? ¿Trabajamoscon móviles? ¿Creen los surrealistas poder justificarsu expectativa por el simple hecho de la concienciaque tienen?La expectativa no es un estado de ánimo. Cuandono se hace nada no se corre el riesgo de rompersela cara. Pero no es razón suficiente para quehablen de uno.Desprecio demasiado la vida para pensar quecualquier cambio desarrollado en el marco de lasapariencias, pueda cambiar algo de mi detestable condición.Lo que me separa de los surrealistas es queaman tanto la vida como yo la desprecio.Disfrutar en toda ocasión y por todos los poroses el centro de sus obsesiones. Pero el ascetismo nocoincide con la verdadera magia, incluso la más sucia,incluso la más negra. Incluso el gozador diabólicotiene aspectos ascéticos, un cierto espíritu de mortificación.No hablo de sus escritos que son brillantes aunque vanos desde el punto de vista que ellos sostienen. Hablo de su actitud central, del ejemplo de todasu vida. Yo no tengo odio individual. Los rechazo y los condeno en bloque rindiendo a cada uno deellos toda la estima e incluso toda la admiración quemerecen por sus obras o por su inteligencia. En todocaso y desde ese punto de vista no cometeré,como ellos, el infantilismo de darle vuelta la cara aese tema, y de negarles talento porque han dejadode ser mis amigos. Pero felizmente no se trata deeso.Se trata de una ruptura del centro espiritual delmundo, de un desacuerdo de las apariencias, de unatransfiguración de lo posible que el surrealismo debíacontribuir a provocar. Toda materia comienzapor un desarreglo espiritual. Confiar en las cosas, ensus transformaciones, en el cuidado al conducirnoses un punto de vista de torpe obsceno, de aprovechadorde la realidad. Nadie ha comprendido nadanunca y los surrealistas no comprenden y no puedenpreveer adonde los llevará su voluntad de Revolución.Incapaces de imaginar, de representarseuna Revolución que no evolucione dentro de losdesesperantes marcos de la materia, se resguardanen la fatalidad, en cierto azar de debilidad y de impotencia que les es propio, del trabajo de explicar suinercia, su eterna esterilidad.El surrealismo siempre ha sido para mí unanueva forma de magia. La imaginación, el sueño,toda esta intensa liberación del inconsciente quetiene por finalidad hacer aflorar a la superficie delalma lo que habitualmente tiene escondido, debenecesariamente introducir profundas transformacionesen la escala de las apariencias, en el valor designificación y en el simbolismo de lo creado. Loconcreto cambia completamente de vestido, decorteza, no se aplica más a los mismos gestos mentales.El más allá, lo invisible rechaza la realidad. Elmundo ya no se sostiene.Entonces se puede comenzar a calibrar los fantasmas,a rechazar las falsas apariencias.Que la muralla espesa de lo oculto se hunda deuna vez sobre todos esos impotentes charlatanesque consumen su vida en admoniciones y vanasamenazas, sobre esos revolucionarios que no revolucionannada.Esos torpes tratan de convertirmeCiertamente tendré mucha necesidad. Pero al menos yo me re-
3 Ces brutes qu'ils me convient de me convertir. Frase muy oscura, de difíciltraducción. (N. de la T)
conozco inválido y sucio. Aspiro después a otra vida.Y bien pensado, prefiero estar en mi lugar y no en el suyo.
¿Qué queda de la aventura surrealista? Poca cosaademás de una gran esperanza decepcionada, peroen el terreno de la literatura misma tal vez hayanaportado algo.Esa cólera, ese disgusto quemante volcado sobre lacosa escrita constituye una actitud fecunda y que talvez un día, más tarde, sirva. La literatura ha sidopurificada por ella, próxima a la verdad esencial delcerebro. Pero eso es todo. Conquistas positivas al
4 Esta bestialidad de la que hablo y que tanto los subleva es sin embargolo que los caracteriza mejor. Su amor al placer inmediato, es decir a lamateria, les ha hecho perder su primitiva orientación, ese magníficopoder de evasión cuyo secreto creímos nos iban a dispensar. Un espíritude desorden, de mezquina chicana, los impulsa a desgarrarse unos aotros. Ayer, Soupault y yo nos fuimos descorazonados. Antes de ayer,Roger Vitrac, cuya exclusión fue de una de sus primeras cochinadas.Por más que griten en su rincón y digan que no es así, les responderéque para mí el surrealismo siempre ha sido una insidiosa extensión delo invisible, el inconsciente al alcance de la mano. Los tesoros del inconscienteinvisible vueltos palpables, conduciendo la lengua directamente,de un solo golpe.A mí, Rusbroeck, Martínez de Pasqualis, Boehme, me justifican suficientemente.Cualquier acción espiritual si es justa se materializa cuandoes necesario.¡Las condiciones interiores del alma! Pero éstas llevan en sí su investidurade piedra, de verdadera acción. Es un hecho adquirido y adquiridopor sí mismo, irremisiblemente sobreentendido.
margen de la literatura, de las imágenes, no ha habidoy sin embargo era el único hecho importante. Dela buena utilización de los sueños podía nacer unanueva forma de conducir el pensamiento, de mantenerseen medio de las apariencias.La verdad psicológica estaba despojada de todaexcrecencia parasitaria, inútil, aproximada muchomás de cerca. Entonces se vivía con seguridad, perotal vez es una ley de la inteligencia que el abandonode la realidad sólo puede conducir a fantasmas. Enel marco exiguo de nuestro dominio palpable estamosapurados, exigidos de todas partes. Lo hemosvisto bien en esa aberración que llevó a revolucionariosen el plano más alto posible, a literalmenteabandonar ese plano, a dar a la palabra revoluciónsu sentido utilitario práctico, el sentido social que sequiere pretender el único válido, porque nadie quierecontentarse con palabras vanas. Extraña vueltasobre sí mismos, extraño nivelamiento.¿Quién puede creer que anteponer una simpleactitud moral bastará, si esta actitud está enteramentemarcada por la inercia? El interior del surrealismolo conduce hasta la Revolución. Ese es elhecho positivo. La única conclusión eficaz posible(según dicen ellos) y a la que un gran número desurrealistas se ha rehusado a adherir; pero, a losotros, ¿qué les ha dado y qué les ha hecho dar suadhesión al comunismo?No los hizo dar ni un paso. En el círculo cerradode mi persona nunca sentí la necesidad de estamoral del devenir que, parece, revelaría la Revolución.Yo coloco por encima de toda necesidad reallas exigencias lógicas de mi propia realidad.Es la única lógica que me parece válida y no unalógica superior cuyas irradiaciones no me afectansino en tanto tocan mi sensibilidad. No hay disciplinaa la que me sienta forzado a someterme por rigurosoque sea el razonamiento que me lleva aaceptarla.Dos o tres principios de muerte y de vida estánpara mí por encima de toda sumisión precaria. Ycualquier lógica siempre me parecerá prestada.*El surrealismo ha muerto por el sectarismo imbécilde sus adeptos. Lo que queda es una especiede montón híbrido al cual los mismos surrealistasson incapaces de ponerle nombre. Perpetuamentecerca de las apariencias, incapaz de hacer pie en lavida, el surrealismo todavía está buscando su salida,pisoteando sus propias huellas. Impotente para elegirpara decidirse ya sea totalmente hacia la mentira,ya sea totalmente hacia la verdad (verdadera mentirade lo espiritual ilusorio, falsa verdad de lo real inmediato,pero destruible), el surrealismo busca esteinsondable, este indefinible intersticio de la realidaddonde apoyar su palanca, antes poderosa, hoy enmanos de castrados. Pero mi debilidad mental, micobardía bien conocidas se rehúsan a encontrar elmenor interés en las convulsiones que sólo afectanese lado exterior, inmediatamente perceptible de larealidad. Para mí, la metamorfosis exterior es algoque sólo puede estar dado por añadidura. El programasocial, el programa material hacia el que lossurrealistas dirigen sus pobres veleidades de acción,sus odios jamás virtuales a todo, son para mí sólouna representación inútil y sobrentendida.Sé que en el debate actual tengo de mi lado atodos los hombres libres, a todos los verdaderosrevolucionarios que piensan que la libertad individuales un bien superior al de cualquier conquistaobtenida en un plano relativo.¿Mis escrúpulos hacia toda acción real?Estos escrúpulos son absolutos y de dos clases.Hablando absolutamente, apuntan a ese sentido enraizadode la profunda inutilidad de cualquier acciónespontánea o no espontánea.Es el punto de vista del pesimismo integral. Perouna cierta forma de pesimismo lleva en sí su lucidez.La lucidez de la desesperación, de lossentidos exacerbados y como en las orillas de losabismos. Y al lado de la horrible relatividad de cualquieracción humana, esta espontaneidad inconscienteque pese a todo impulsa a la acción.Y también en el terreno equívoco, insondabledel inconsciente, de las señales, de las perspectivas,de las percepciones, toda una vida que crece cuandose establece y se revela aún capaz de turbar el espíritu.Estos son pues nuestros escrúpulos comunes.Pero al parecer ellos se decidieron por la acción.Pero una vez reconocida la necesidad de esta acción,se apresuran a declararse incapaces de ella. Laconfiguración de su pensamiento los aleja parasiempre de este terreno. Y en lo que a mí concierne¿dije alguna vez otra cosa? En mi favor, de todosmodos, circunstancias psicológicas y fisiológicas desesperadamente anormales y en las que ellos nopodrían prevalecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario