Es esa tregua de las mentes inquietas
Las que nos conserva y no preserva
Del mero ejercicio sin razón
O será esa dulce lucha de cuerpos
De posiciones y de sabores
Las que nos protege
O nos condena
En una de esas solo es el embrujo
De la música
O el inevitable cuento
Que nos dibujamos de la realidad
Quien sabe que contribuye o conspira
A la fantasía real de esos minutos de éxtasis.
No pretender tener todas las certezas.
Permanecer, aun así, conociendo todas
Las curiosas incertidumbres
Que emanan de nuestra seudo normalidad
Alejada yo, de eso que no entiendo
Disfruto y me adueño de ti
Durante Todas esas vueltas del reloj
Que me corresponden
Y algún que otro minuto más…
Al fin y al cabo,
Eres la mayor de mis compensaciones