La dieta del alma
La dieta del alma
que aflora por doquier,
llenando los espacios
que deja el dolor.
Luego se hace notar
siempre cruel,
sin discriminar a ninguno
de los de su rebaño apocalíptico.
Lamo desde las vísceras
sin poder morder la vida.
Veo el amor puto
colgando de la soga
que alguna noche lucí
como mi collar preferido,
regalo de un ser que conocí
en el fondo de una pesadilla,
que no me deja despertar
y me pulsea a diario
cual bostezo de resaca,
interminable martirio.
Que asumo y retruco el pleito
con mi pulso de atril de feria,
que sede vulnerable
al simbrante latido
de un poder desconocido.
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