Aun no conozco mi interior. Sin poder palparlo, con todos sus riesgos. Más aun cuando la soledad acecha a mí alrededor como una amenaza, como la eutanasia que nos aflige sin frenar el tiempo: y me pido perdón. Como una alternativa paliativa, ante una sentencia implacable. El miedo. Es el miedo la condena al perdón?, es quizá un sueño eterno en el cual nunca despertar? Cierro mis ojos y miro un punto fijo tratando de introducirme en el, pensando en la fuga de la vida misma y en su pasar va dejando las huellas del dolor y la confusión de la impaciencia a un inminente pesar. Tal cual un viaje astral, mi mente escapa por un momento y se alimenta de ilusión, una ilusión potentada por el hombre mismo y por el orgullo del ser. Sin encontrar la salida del laberinto virtual, sonrío sarcástico en señal del triunfo, un triunfo abstracto, dibujado, de cara a la duda. La dualidad se va apoderando de mí existir y cae sobre mi integridad toda, gobernando así mi alma. Me entrego al azar y al misterioso destino de forma sumisa. Mañana no sabre. No pensare. Quizá exista la verdad oculta en su hermetismo y en su sabiduría esta la respuesta final, de mi ser, de mi otro yo desconocido, agazapado, esperando pacientemente el preciso instante para apoderarse de mi interior. Aun no lo conozco. Sin poder palparlo, con todos sus riesgos...
Que buena entrada,la verdad es que siempre que me paso, no lo hago con la asiduidad que quisiera me cautivan tus fotos tanto como tus palabras.
ResponderEliminarBesito
gracias, siempre sos bienvenida, saludos
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